Latidos

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Gervasio Sánchez

miércoles, 20 de junio de 2012

la buena gente


Cuando nos dicen aquello de… “rodéate de buena gente”  o “aléjate de las malas compañías”, generalmente con el afán de protegernos, nos están enseñando una lección aprendida por el espíritu colectivo de la cultura popular y transmitida a través de generaciones y más generaciones. De ahí también el refrán: "Al que buen árbol se arrima buena sombra le cobija" y muchos más.

Ya sé que es una visión judeocristiana y totalmente reduccionista, pero si matizo, sé que me extenderé demasiado y no es plan...

Cada cual tiene sus motivos para tomar decisiones a lo largo de su vida y a menudo sucede que alguna de esas elecciones, lo recolocan sin opción a la rectificación, en una vorágine incestuosa de despropósitos acumulativos que comportan consecuencias nefastas para los demás. “Tu libertad acaba donde empieza la del otro” es una gran táctica o recurso para, en caso de duda, saber si nuestras acciones pueden causar daño al de al lado y en tal caso, meditarlas bien antes de acometerlas.

Lo que quiero decir es que estoy convencida de que la mala gente no nació así.

La línea entre el bien y el mal es tan fina y tan dispar para unos o para otros, que aún no hemos llegado a un acuerdo planetario que nos proteja a todas y todos por igual. Seguramente, porque creemos erróneamente que lo que es bueno para unos, es malo para otros.

Yo no lo creo. Y menos, desde que recibí uno de esos correos masivos que explican historias breves, bien ilustradas, que te invitan a abrir bien los ojos y la boca: “UBUNTU” era el asunto del mail que me envió Cristina y que me gustaría compartir con tod@s vosotr@s, aunque seguro que much@s ya sabéis de su belleza.

Resulta que “un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y les dijo a los críos que aquel que llegara primero a la cesta, ganaría todas las frutas.

Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron al unísono. Después se sentaron juntos a disfrutar del premio. Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU.  ¿Cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?

UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: Yo soy porque nosotros somos."

Todo esto viene al caso porque ayer reflexionaba sobre la gran necesidad que tengo, cada día más, de rodearme de buenas personas. No me interesa su nivel de ingresos, su ideología política, su currículum, su raza, su manera de vestir, su sexualidad, su religión, su género, su estado, sus papeles, su profesión o su lengua madre, pero sí me importa -y mucho- lo que hacen, y con qué intención, con todo aquello que piensan y sienten.  Y sobre todo, me interesa la tranquilidad, la alegría profunda y el agradecimiento sincero que me proporciona el solo hecho de haberlas conocido y de poder disfrutar de su compañía. Porque ese pequeño detalle me convierte a mí en mejor persona y me aproxima en grado sumo a lo que yo entiendo por felicidad. Y egoístamente diré que eso es la releche!!!

lunes, 18 de junio de 2012

mara


Suelo ver el telediario de la dos. A días, a retazos.

Lo veo porque Mara Torres me recuerda a ti, porque a través de tus ojos soy capaz de admirar su belleza.

Y sin embargo, siento celos de que su distancia te haya podido acercar a ella más que a mí.

Existen cantidades de cosas que me sumergen en tu silencio. Recodos intangibles que no podría describir, pero que forman parte de "ese algo más" que ya soy, porque tengo memoria sensorial y algunas décadas de experiencia.

No dejaré que entres.

Sólo me gusta retener de vez en cuando una parte de tu alma en mis puños. Juego con ella para asegurarme de que sigues lejos de mi alcance, porque esa es la única manera que tengo de quererte.

Tú no vales un minuto de mi nostalgia. Por eso no te añoro, ni te deseo. Pero tu alma es diferente. Ella sí se comunica conmigo desde algún punto que ni siquiera conozco. Me reclama caricias suaves que le anestesien contra la soledad.

He escrito cientos de palabras para extraer de mi pecho cualquier sentimiento que tuviera que ver con tu nombre. Y lo he conseguido. Me he vaciado de tu estupidez en mí. Con glamour, ¿qué te creías?

Et maintenant... 

Sólo quiero alejarla de mi vida para siempre, darle un entierro digno bajo las raíces de algún árbol grande que dé mucha sombra, para que ella, que es parte de tu esencia, nutra la oscuridad. Y bueno, para que otros seres, menos exigentes que una, encuentren en la humedad del humus el sosiego que yo jamás otorgaré a tu olvido.

No fuiste un ángel. 

Tampoco un demonio.

Fuiste nada.

Y aunque no me arrepiento de haberte dado lo que fuera que te diera, sí creo que te lo di de sobras. Como de sobras me instalé en tu mundo de mierda, porque algo había que hacer mientras tanto. 

Mientras tanto, otras vivían. Y sentían. Y padecían.

Y follaban.

Y veían el telediario de la dos.

¿Sabes lo más gracioso? El otro día, en la librería de una estación de tren, consulté el significado de mi nombre en un libro expuesto...

Y sonreí al leer que el mío y el de Mara son el mismo.