Latidos

Latidos
Gervasio Sánchez

sábado, 6 de abril de 2013

la bella y la bestia

Miembros del jurado:

"Tengo un poema entre dientes. Sin duda, unos incisivos retorcidos y muy personales".
No sé nada del asesinato del que me acusan. En todas las hipótesis que se han barajado durante este juicio, sólo he escuchado salir de las bocas de la acusación una pobre verdad: "Ella ha muerto sin haber desayunado." Pero su animal pervive. Es más; yo diría que sigue en esta sala.

Quienquiera que fuera el verdadero autor o autora de este crimen desorganizado, no logró deshacerse de la criatura. Tenemos pruebas fehacientes que así lo indican, y testigos adminicomulativos que nos lo han confirmado en el transcurso del proceso: Está la chica del supermercado, el conductor del autobús, el periodista que entrevista a los viejos y yo misma, la acusada, aunque soy consciente de que mi testimonio les es del todo irrelevante en este asunto. Pero hay algo que ninguno de los presentes podrá negar. Todos nosotros hemos escuchado llorar a la bestia tras el fallecimiento de la víctima. Incluso hay fotografías, datadas con posterioridad a su defunción, en las que se puede adivinar la silueta de su sombra.

¿Qué más tenemos...?

Sabemos que las sábanas de la cama donde yacía el cadáver estaban arrugadas y el cuerpo del delito aún caliente cuando llegó la policía. Además, no se encontró ninguna señal de violencia en la chica, pues ha quedado demostrado que las marcas en su barbilla y las rojeces en la parte interior de sus muslos, en ningún caso pueden atribuirse a la práctica de relaciones sexuales no consentidas ya que, como muy bien aclararon la psiquiatra, el neurólogo y el consagrado Dr. Deseo, la sonrisa en su rostro, la relajación insólita de sus músculos, junto con otras pesquisas como la colilla o la temática de los últimos poemas escritos de su puño y letra, refuerzan dicha aseveración, mucho más concluyente, si cabe, tras el último informe del forense.
Las causas de la muerte siguen, por tanto, siendo un misterio para todos nosotros. Aunque si me lo permiten, les expondré mi propia teoría:

Verán. Tengo la absoluta convicción de que fue ella misma quien resolvió quitarse la vida mientras dormía. Soñó su propia aniquilación. La preparó minuciosamente y la llevo a cabo sin dejar el menor indicio, sin levantar una ligera sospecha.
Mucho me temo, su señoría, que la chica sabía demasiadas cosas. Por ejemplo: Por las características del DNI de la bestia, era poseedora de una certeza inquietante; si no tomaba justo a tiempo la determiniación de desaparecer, el animal que ella misma había alimentado, cuidado y visto crecer, por su propia naturaleza monstruosa, habría acabado por devorarla a ella. 

Para evitar una atrocidad tal y salvarla de su propio destino, ¿cómo debía proceder? ¿qué debia hacer? ¿actuar primero…?

¡No, señoras y señores, miembros del jurado!¡Ella jamás hubiera podido hacer tal cosa!

¿Y saben por qué...?

                              (silencio)


La respuesta es, bajo mi humilde opinión, simple a la vez que humana y por tanto, en gran parte irracional:

Esa chica amaba a su bestia muchísimo más que a su propia belleza.

                             (silencio)



Y con esto concluyo, señoría.

Espero, tras este alegato final, haberles convencido de mi inocencia o, como mínimo, haber conseguido acercarles un poco más a la verdad de los hechos: La bella salvó a la bestia y al mismo tiempo, en su último acto de amor, le cedió parte de su destino condenándola a vivir en libertad. Ese bicho, huérfano de su otra parte y desprovisto de toda caricia, sigue aquí. No lo olviden nunca.

Muchas gracias.

viernes, 5 de abril de 2013

la aritmética del amor


“La teoría de los números primos es una de las más inquietantes y extrañas de las matemáticas. Esos números raros que sólo son divisibles por sí mismos y por la unidad. Números solitarios condenados a no relacionarse con nadie."

"Pero incluso entre ellos, hay un grupo muy especial al que los matemáticos llaman 'gemelos'. Son parejas de números primos entre los que sólo se interpone un número par. Tan próximos y sin embargo jamás llegan a tocarse."
Fuí al cine por un cúmulo de casualidades. Tengo la extraña creencia de que las películas, como los libros, te eligen en el momento oportuno, ni antes ni después.

No entiendo nada de numerología y sin embargo, alguien me dijo una vez que yo era un uno. Al tiempo descubrí que debía sumar la fecha de mi nacimiento hasta convertirla en un solo dígito para llegar a esa conclusión.  
Como soy de letras, tiendo a traducirlo todo. Por ejemplo, leí que  “el uno crea todos los demás números por multiplicación, pero multiplicado por sí mismo hasta el infinito, siempre retiene su unidad”. Pero ahora no me apetece enrollarme con eso.

Fuí a ver “La soledad de los números primos”.

miércoles, 3 de abril de 2013

y ahora, unos minutos para la publi...


Por el amor de dios, ¿dónde hay un cenicero? Tengo esa misma sensación continuamente. Busco algo que me ayude a no manchar lo que no es mío, mientras el tiempo pasa y el cigarro se consume.
...
Siempre he aborrecido la publicidad. Por muy creativa que sea, tiene un fondo mercantilista y cutre. Me parece abominable vender la imaginación de quienes pudieran ser realmente geniales si pusieran su potencial al servicio de un intento altruista para mejorar un sistema tan complejo como la vida. Pero no. El fin único de la Reina de Oros es vender. Sea un buen producto o una idea extraordinaria, si se vende, se vende. Y si se vende, es para que alguien la acabe comprando con dinero. Otra vez la trampa.

Últimamente, vaya donde vaya, veo en todas partes el mismo anuncio. Se trata de un servicio completo de almacenamiento. Te alquilan los metros cuadrados que necesitas y te proporcionan desde el plástico de burbujitas, hasta el camión de la mudanza. No sé... Es como si al haber entrado los desahucios en el terreno de juego, los desposeídos de su hogar no tuvieran con qué pagar la hipoteca, pero sí con qué alquilar un lugar de diseño para dejar sus pertenencias por algún tiempo, mientras cambia la ley o mejor aún, mientras se va todo a la mierda.
Me pongo de los nervios cada vez que el dichoso eslogan aparece ante mis ojos, con ese predominio del azul, el color del cielo (para que no nos queden dudas de que la capacidad de acumulación de residuos es grande, muy grande, tan grande como el firmamento).

...

Iba perdida por la calle, dejándome guiar por el instinto para llegar a mi destino, cuando de pronto la he visto. Era ella, ¡la mismísima madre del cordero del anuncio! La he reconocido por los rótulos, al instante. Se trataba de la nave cuya misión es, por lo que prometen, dar cabida a todo eso que arrastramos, que no sabemos dónde meter, que no encuentra su lugar... He estado por entrar y pedir unas llaves para enterrarme yo misma dentro de uno de sus compartimentos y no volver a salir de allí jamás. Sería el último rincón donde la policía me buscaría en caso de que alguien denunciara mi desaparición.
Bueno, luego se me han ocurrido otras posibilidades menos melodramáticas y me he puesto a visualizar las primeras escenas de una película cuyo protagonista era Ricardo Darín. La cosa era más o menos así:

“Él rellenando un montón de impresos y firmándolos. Un empleado dándole las llaves. Él saliendo del local. Él entrando en su casa. Él sirviéndose un trago y sentándose en su escritorio. Él sacando del cajón unos folios en blanco y cogiendo la pluma. El escribiendo un enorme listado que empezaría de este modo:
- Todos los recuerdos tristes
- La falta de autoestima, de amor y de sexo (el otro día me enteré de que es la causa de muchos trastornos como la ansiedad, las depresiones o las adicciones).
- El miedo: a la vida, al dolor propio y ajeno, a la enfermedad, al fracaso, a los demás, a la muerte... Y así hasta el infinito.
- La rigidez.
- El cansancio
- Los pensamientos destructivos y autodestructivos
- La culpa, la ira, la tristeza, la soledad, el dolor, la angustia, el vacío, la nostalgia, el orgullo, la avaricia, la mentira, la desesperanza… Y así hasta el infinito.
- La guerra
- El 30% menos 21 gramos.
(....)

Él doblando los folios y metiéndolos en un sobre. Él saliendo de casa y volviendo a "El Baúl de la Piquer". Él buscando el número de la puerta que coincide con el del llavero que antes le ha entregado el empleado. Él abriendo la puerta de color azul. Él entrando con el sobre en la mano. Él encendiendo la luz de la cabina (es enorme). Él dejando el sobre en mitad del habitáculo (que está, se sobreentiende, absolutamente vacío). Él apagando la luz. Él saliendo del compartimento sin el sobre. Él cerrando con llave. Él abandonando la nave.
Y de las primeras escenas, pasamos a la última:

Se ven montones de periódicos con la misma noticia de portada: 'Una gran explosión destruye El Baúl de la Piquer'.

Él leyendo uno de los diarios en una cafetería: 'La principal nave que la conocida empresa de almacenaje tiene en las afueras de Barcelona ha sido totalmente arrasada por una explosión que se ha producido a plena luz del día. Por suerte, no ha habido que lamentar víctimas ni daños personales. Aunque se desconocen los motivos, la policía sigue investigando una acción que, según las primeras informaciones, podría haber sido provocada por más de una persona.'

Él cerrando el periódico. Él emitiendo un suspiro profundo. Él sonriendo. Fundido a negro. Créditos.”



Al final, he abierto el armario de la cocina y he sacado un trozo de papel de aluminio con el que he fabricado un mini recipiente bastante mono para almacenar, valga la redundancia, cenizas urgentes. La hendidura lateral le da un toque de credibilidad...

Si yo fuera Ricardo Darín, ya no me tendría que preocupar de hacer estas chorradas, porque el fuego habría acabado con todas mis adicciones, incluida la de enamorarme de personas inadecuadas con el único objetivo de utilizarlas como excusa para sufrir y fumar más de la cuenta, que es lo que da sentido al 30% menos 21 gramos de mi ser.
El 70 por ciento restante es agua. Lo mínimo imprescindible para sobrevivir dignamente sin cortes publicitarios que me obliguen a ser feliz por cojones y a golpe de talonario. Conmigo lo llevan claro.

martes, 2 de abril de 2013

pulsión

Si sé que estás ahí no voy a levantar mis dedos de tus letras. Me quedaré hecha un cuatro por cinco veces veinte por cuatro ochenta gritos y así hasta que reviente una mañana llena de lunas prometidas y sábanas sedientas de pecados pendientes.
Me olvidaré de andar, de comer, de pensar, de remendar los riesgos de jugar a engañarme. Nadie me entenderá ni sabrá por qué soy sólo porque tu estás, ni por qué no seré nada más que tu fe puesta en mí del revés.

Cuando renuncie a hablar y decline entender que hay más allá de ayer o un hoy por empezar, me bastará creer que tú sigues ahí y ese será el final de mi después.



lunes, 1 de abril de 2013

ding dong

"Quería tan sólo intentar vivir aquello que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué habría de serme tan difícil?"

El miedo, siempre el miedo.

Un día le abres la puerta y lo conduces hasta el fondo del pasillo. Allí, le indicas que siga hacia adelante y que se instale cómodamente en tu sofá. Aún le queda algo de generosidad, así que te hace un sitio a su lado, un hueco justo en el que tu cuerpo cabe a la perfección, pero en el que no existe un milímetro sobrante para pestañear. Como lo sabes, lo dejas ahí sentado y te vas a la cocina. Abres el grifo. El agua siempre es vida y necesitas beberte cuatro vasos de golpe para sentirte llena de algo que no seas tú misma. Luego vas a la habitación, abres el armario y todos sus cajones. Estás dispuesta a largarte. Aunque en realidad, cuando lo piensas, no necesitas nada más que lo puesto. Así que pasas por delante de su aplastante presencia y en un último acto de amor, te dejas caer en su regazo. Servirá de despedida, un rito detallista para no marcharte con la sensación de estar huyendo. Entonces él te abraza y te pide, casi suplicándote, que no lo dejes solo.

Pero tú ya te has ido.