Hay un tipo tocando el violín al fondo del otro vagón. Benedetti se deja llevar por las cuerdas lejanas de nunca jamás. Su mente se permite al fin callarse y el tímido latigazo de su músculo principal empieza a danzar levemente. No conoce la melodía. Ni por asomo. Ni falta que hace. Pero hay algo entre esas notas.., un no sé qué sosegado y precioso que consigue transportarlo con delicadeza al lugar donde habita todo lo que hay después.
Una cría con el pelo rizado y gorro marrón clarito que no alcanza a tapar su melena morena, se levanta del asiento de enfrente y tira del pantalón de su padre, que está de pie, al lado de la puerta, distraído con el dichoso móvil. El individuo la mira de reojo con algo de dulzura y le pregunta qué sucede.
- Hay un hombre que está tocando el violín allí y quiero ir a escucharlo.
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