A
todos los hombres que nunca habéis entrado ni entraréis en mi cama
os diré, no por venganza ni resentimiento, no por simple mala leche,
ni por siquiera fardar delante del público... Os diré... que sí.
Que efectivamente os habéis perdido grandes cosas.
Por
ejemplo, saber de qué manera mis mejillas se disparan al mostrarme
desnuda ante otro ser humano; o cómo, cuando me
despierto, mi cabeza se vuelve torpe y lenta hasta que por fin recibe
la visita de esa cantidad justa de sangre y cafeína necesarias para
poder dar siquiera un “buenos días” razonablemente amable. Y qué
decir de esa entrañable celulitis que, fiel como ella sola, no ha
soltado mis muslos ni un segundo, ni siquiera en aquellos lejanos
tiempos en los que aún, ni tenía edad para votar y, terca, como la
patria imaginaria que todas llevamos dentro, se ha echado a temblar
de pura risa contenida, cuando en la penumbra de mis muchos
espacios, ha sido confundida con hermosas texturas de piel tersa y
ceñida a unas piernas de ensueño que jamás he tenido. Aunque, bien
pensado, no me puedo quejar.
Os
habéis perdido aprenderos mis gestos de placer, de sorpresa, de
travesura premeditada, de deseo, de ternura, de obscenidad y de pura
ingenuidad. Os habéis perdido también mis ganas de besaros, de
entregaros mi vida y todo los sueños que se arriman, con sus plumas
ligeras y transparentes, a la posibilidad de ser lo que dos personas
quieran: Que se quieran fundir, comunicar, amar. Que se quieran sin
prisas o estresadas. Que se quieran sentir en todas y cada una de las
fases lunares. Que se quieran separar, volver a ver, olvidar...
Os
habéis perdido mis caricias. Y mis miles de lenguas elevadas a la
máxima presencia; las graciosas arrugas de las sábanas marcadas en
mi cara; mis temores ocultos, mis orgasmos y los vuestros, mis
locuras encarnadas en todas las diosas que me hablan desde el más
allá y que también son parte de mis planes, aquí, en el más acá.
Os habéis perdido mis canciones, mis bailes privados de salón, mis
carcajadas y mis gritos, mis jadeos, mis suspiros, mis hipos, mi
bruxismo (que es rabia contenida, como muchos sabéis); mis viciosos mordiscos, mis justos lametones, mis
roces sin querer y mis cortinas de humo...
Os
habéis perdido tantas y tantas cosas... que me da pena por vosotros
y un poco también por mí.
Pero,
para que veáis que mi ego no es del todo un mal tipo, os contaré un
secreto paradójico: nada os habéis perdido que sea tan fuerte, ni
tan jodidamente hermoso, como lo que nunca ocurrió y se quedó en el espacio
sideral de los silencios profundos.
Ayer lo leí justo antes de salir a Carnavales (...ya sabes apestando a Gin y eso...) y hoy (vale resacoso) como los buenos guisos me gustó aún más !
ResponderEliminarMuxu asko . Canary Island
https://www.youtube.com/watch?v=9Iou2gjCGnI
Qué precioso aliento el tuyo para seguir sonriendo de puro placer... Mil esker eta bai, muxu asko (ke no nos falten) ;-)
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